Al frente, a los pies mismos del monasterio, el terreno desciende abruptamente hasta confundirse con la amplia superficie del embalse de Yesa, cuyas aguas cambiantes en variados tonos verdes y azulados se pierden en la lejanía de la Canal de Berdún. Un fondo remoto con las crestas mayores de los Pirineos, sobre el que destacan, en la dirección de Jaca, la gigantesca silueta del Oroel y las rocas históricas que cobijan a San Juan de la Peña.
Hacia el Mediodía se divisan las sombrías montañas de Sos. Y, entre éstas y el pantano, cadenas de montículos separando los valles de la Valdoncella, Javier y el Aragón. A Occidente, la cuenca de Pamplona flanqueada por ondulantes cadenas de montañas que preside en lo alto el santuario de Ujué. A lo lejos, en los días limpios, cabe descubrir los perfiles tenuemente dibujados de algunas sierras castellanas.
Marco geográfico único. Y uno de los atractivos del cenobio, que desempeño un gran papel en su vocación y destino históricos.
Acceso a la cripta y a la iglesia, así como explicaciones de los exteriores que se ven durante el recorrido. Las visitas pueden incluir la degustación del licor de Leyra. Además, disponen de ofertas especiales para grupos.
Desde las alturas de Leyre podemos contemplar a lo vivo la difícil geografía de este flanco crítico de las fronteras de Navarra. Su posición le convertía en magnífico lugar de repliegue y observatorio de todo el valle del río Aragón.
El Aragón es un río importante, que llega de los montes de Jaca y sale por una garganta que se aprieta en las inmediaciones de Gallipienzo. El Aragón ha sido un gran camino para las invasiones. Y si tenemos en cuenta que al Aragón se une en las inmediaciones de Sangüesa al clamoroso Irati, veremos que quien le remonta por ahí puede llegar al centro mismo de Navarra, hasta las inmediaciones de Pamplona.
Hoy, el paisaje ha perdido su valor estratégico, ganando muchísimo en belleza y serenidad, en fina calidad espiritual. A lo que ha contribuido el embalse de Yesa, que cubre ahora el cauce del Aragón y lo convierte en un tranquilo fiordo interior sobre cuyas aguas en calma se refleja, con todas sus variantes, un amplísimo espacio de cielo.
Desde las alturas de Leyre podemos contemplar a lo vivo la difícil geografía de este flanco crítico de las fronteras de Navarra. Su posición le convertía en magnífico lugar de repliegue y observatorio de todo el valle del río Aragón.
El Aragón es un río importante, que llega de los montes de Jaca y sale por una garganta que se aprieta en las inmediaciones de Gallipienzo. El Aragón ha sido un gran camino para las invasiones. Y si tenemos en cuenta que al Aragón se une en las inmediaciones de Sangüesa al clamoroso Irati, veremos que quien le remonta por ahí puede llegar al centro mismo de Navarra, hasta las inmediaciones de Pamplona.
Hoy, el paisaje ha perdido su valor estratégico, ganando muchísimo en belleza y serenidad, en fina calidad espiritual. A lo que ha contribuido el embalse de Yesa, que cubre ahora el cauce del Aragón y lo convierte en un tranquilo fiordo interior sobre cuyas aguas en calma se refleja, con todas sus variantes, un amplísimo espacio de cielo.