Ábsides y torre - Siglo XI

ara visitar la abadía podemos comenzar por la plaza de los ábsides.

Desde aquí contemplamos los tres magníficos ábsides exteriores de la Iglesia y la torre. Conjunto cuya vista produce uno de los momentos más atractivos del arte románico.
Son tres bloques macizos de angostos ventanales. La torre tiene forma de prisma cuadrangular y presta una gran agilidad a la mole de los ábsides.
A la izquierda de la plaza, se ve el monasterio nuevo obra del siglo XVII y a la derecha, el monasterio medieval de los siglos IX y XI ( en la actualidad hotel-restaurante). Destacan sus saeteras, terminadas algunas de ellas en arcos de herradura.
 

La Cripta

enetramos a su vestíbulo por la puerta del monasterio medieval mas próxima a los ábsides. En él llama la atención la ruda portada de la cripta.

Es de un románico de primera hora, compuesta por arcos angostos, superpuestos y escalonados, sin mas ornamentación que las impostas y una especie de arquivolta irregular abiselada. Al contemplar la cripta desde la puerta de entrada, la impresión que produce su conjunto es la de un recinto de estructura angosta a causa de la robustez y rusticidad de sus elementos. Es un bosque de columnas desiguales con grandes capiteles, algunos de los cuales llevan enormes cimacios.
Un bosque de robustos pilares de triple codillo y de perpiaños peraltadísimos que refuerzan naves abovedadas. Pero sucediéndose todo armoniosa, rítmica y equilibradamente. Da la sensación de encontrarse ante un monumento sin semejanza con un claro sello románico. Fue concebida como una cripta de tres naves. Pero en un momento no muy avanzado de la obra, la nave central fue dividida en dos por la arcada axial central. Entre las anomalías que el cambio ocasionó, merece destacarse la modificación del ábside central, cuyo casquete fue convertido en otros dos de enorme grandeza. Encontramos varios tipos de capiteles. Unos llevan como adorno unas estrías trazadas oblicuamente. Otros formas geométricas. Y los hay con una combinación de estrías y volutas en espiral, con bolas colgantes, representando bulbos o frutos. Esta cripta, juntamente con la cabecera de la iglesia, fue consagrada en 1057.
 

Túnel de San Virila

ras la cripta encontrarán un túnel de la misma época que conducía al exterior desde el monasterio antiguo.

 
Ahora está cerrado con una verja porque comunica con el monasterio nuevo. Al fondo del túnel se encuentra la imagen del siglo XVII de San Virila, abad de Leyre en el siglo X. Era un monje atormentado por sus dudas sobre la vida eterna en el cielo. Según cuenta la leyenda, paseando un día por la Sierra de Leyre, quedó extasiado junto a una fuente escuchando el canto de un ruiseñor. Al despertar regresó al monasterio, pero ningún monje le reconocía: ¡Habían transcurrido ya trescientos años! De esta manera Dios le demostró el misterio de la eternidad.
 

La Iglesia

frece un conjunto maravilloso de espectacular contraste y de un éxito escenográfico único.

Cabe distinguir en ella tres partes.
La Cabecera Románica, consagrada juntamente con la cripta en 1057, en la que sorprenden muchas cosas: los pilares cruciformes no son paralelos, sino convergentes en el sentado del ábside central. La dobladura de los arcos es muy rebajada y algunos tienen tendencia a la herradura. Las naves laterales son muy estrechas y la del lado derecho es más ancha que la del izquierdo. El tamaño, la irregularidad y la aparente rudeza de los sillares está muy en consonancia con el conjunto. Los muros laterales se prolongan hasta la ampliación de la gran nave. Los fustes carecen de basamenta. Los motivos de los capiteles son torpes, aunque más menudos que los de la cripta y vemos: bulbos, volutas, estrías, etc. Capitulo aparte merecen los cimacios, cuyos motivos ornamentales son puntillados profundos, rayas caprichosas, círculos y otros temas arbitrarios. Esta cabecera es la parte más interesante del templo y una de las primeras construcciones románicas de España.
La Gran Nave es también románica y bastante más elevada que la cabecera. Parece como el archivo que guarda las tres naves abiertas en su fondo. Vemos a lo largo de sus muros unos arcos de descarga, columnas de estructura gótica entreveladas con otras románicas, provistas de coronamiento gótico. Y en el muro meridional dos ventanales con columnas adosadas y bellos capiteles. Pudo ser consagrada en 1098. Y, juntamente con una parte mínima de la Porta Speciosa, debió formar un conjunto de tres naves, unidas a la cabecera, cubiertas con un techado de madera.
La Bóveda Gótica cubre con un solo arco los 14 metros de anchura de la nave. Es una de las ojivas mas bellas de Navarra. Sus nervios están estupendamente labrados y solamente en las claves aparecen motivos ornamentales, siempre de tipo heráldico. Además de todo lo reseñado, llama la atención: la imagen de Santa Maria de Leyre, que preside la iglesia desde el ábside central.
Una talla de Cristo muerto en la cruz (siglo XIV) en uno de los arcos de descarga del muro Norte. El panteón de los reyes de Navarra, también en el muro Norte, en un arcosolio que cierra una fuerte verja del siglo XIV. Y en el muro Meridional una portada románica de severa belleza, en cuyo tímpano luce un crismón de estilo netamente jacobeo (siglo XII) y que da paso a una pequeña capilla en la que puede admirarse su bóveda gótica (siglo XV) y un bello retablo del siglo XVII dedicado a las Santas Nunilo y Alodia.

 

Porta Speciosa

el monasterio antiguo pasamos a la plazoleta de la fachada principal de la iglesia. Aquí está el hermoso pórtico del siglo XII, excelente ejemplar del arte que recorrió el camino de Santiago.

Recuerda la puerta de las Platerías. Está cortado por una columna parteluz. Y vemos encima un tímpano con figuras rígidas, vestidas con túnicas y mantos acampanados y muy alhajadas: el Salvador, y a su derecha la Virgen, San Pedro y un escriba. A la izquierda dos apóstoles y falta otra figura. Todo va rodeado de una corona de palmetas y apoyado sobre dos ménsulas que tienen esculpidas las cabezas de un toro y de un león. Tres columnas a cada lado llevan capiteles decorados con cuadrúpedos, figuras humanas, entrelazados, estilizaciones de hojas y frutos y pájaros picándoles las patas. Y otros tantos machones sostienen cuatro grandes arcos cuajados de primorosas esculturas: es un muestrario de los temas más característicos del románico: de esa mezcla de malicia y de simbolismo con que van envuelta sus manifestaciones. Por encima de los arcos y en las enjutas, hay tallas y relieves. En la línea más alta, San Miguel, Santiago, el Salvador, san Pedro, san Juan, escenas del martirio de las santas Nunilo y Alodia, un monstruo, el demonio entrelazado a un alma, la danza de la muerte y Jonás con la ballena. Bajo esta línea, al lado derecho, la Visitación y la Anunciación, un Santo y un ángel trompetero. Por debajo, en la enjuta, unos entrelazados. Y al lado izquierdo, un obispo, entrelazados, un ángel trompetero y la cabeza de un hombre. En los machones laterales dos Santos rodeados de leones. Esta portada se levantó con piezas ya existentes, obra de distintos maestros y épocas. En su rearmado intervino un maestro del siglo XII, a quien hoy día se le identifica con el de un castillo, distinto del de las firmas que vemos en los contrafuertes, es decir, del maestro Fucherius y de Azenarius. En el hastial en que se halla inserto cabe distinguir un núcleo románico. Sobre la visera que la protege hay un ventanal de transición. El resto, incluido el matacán, que da a la construcción un aire de fortaleza, pertenece al gótico.
 

Patio de la Hospedería

s el patio del monasterio medieval, situado entre el actual hotel y el muro norte de la iglesia.

 
En este recinto estaba el claustro románico que desapareció durante los 118 años de total abandono. Solamente se conserva de él un capitel hallado en una de las excavaciones realizadas en Leyre. Desde este patio contemplamos el muro norte de la iglesia y en él un fuerte arbotante gótico y la puerta que comunicaba el claustro con la iglesia. Dicha portada es de la primera mitad del siglo XI y de una gran rudeza. Está formada por tres arcos, dos de los cuales descansan de manera muy forzada sobre dos capiteles con sus respectivas columnas

 

Monasterio Antiguo

l salir de la cripta, podemos ascender por la escalinata que conduce al patio del monasterio antiguo. Antes, admiraremos la imagen del legendario San Virila (siglo XVII), colocada al fondo del túnel existente a los pies de la cripta. Del dicho monasterio medieval se conserva el lienzo Norte (siglo Xl) y en él la primitiva portada, de un románico muy sencillo.

Del ala Este existe el hastial que da a la Plaza de los Ábsides, cuyas piedras son irregulares y tiene unas saeteras terminadas algunas de ellas en arcos de herradura. En el ángulo Noreste se yergue un fuerte torreón de planta cuadrada, que puede remontarse al siglo IX. Estos restos del viejo monasterio están muy deformados por las reformas hechas en los últimos años. En el ángulo Noroeste fue levantado otro torreón y muros paralelos a los lienzos Norte y Este para cobijar la hospedería monástica, consiguiendo un patio abierto al Poniente, muy en consonancia con todo el conjunto. Pero en este recinto hubo un claustro románico que desapareció en los 118 años de abandono. Hace pocos años fue descubierto uno de sus capiteles, de estilo similar al de la cripta y cabecera de la iglesia. Desde el patio contemplamos también el muro norte de la iglesia y en él un fuerte arbotante gótico y la puerta que comunicaba el claustro con la iglesia. Dicha portada es de la primera mitad del siglo XI y de una gran rudeza. Lleva una columna a cada lado, sin basa ni plinto, y en sus capiteles, decorados con bulbos y pomas colgantes, apoyan dos arcos, uno de ellos muy forzado.